Llanura


Sorprende la alta mortandad en tus palabras. La cadavérica expresión de tu silencio. Sorprende acaso la alta voluptuosidad de tus desplantes. El pesado peregrinaje del tiempo y su transcurso acaudalado. Además tus besos han caído en desgracia. Han sido poblados por eremitas que prefieren las ciudades. En sus llanuras la polvareda que levanta el bisonte  nunca ha sido silenciosa. Te quise abrazar en el mismo sitio en el que Napoleón blandió un cuchillo. Napoleón nunca blandió un cuchillo y tú nunca me abrazaste. Ayer soñé que te abrazaba pero todo era un recuerdo. Tu cuerpo tuvo la idea de cerrar por vacaciones. Los recuerdos hay que guardarlos en el bolsillo que tiene agujeros. Si quisiera morirme no me hubiera arrojado por el rojo abismo de tu boca. Soy un hombre que se viste por los pies pero que no tiene cabeza. Recogí la cosecha de tu cuerpo mucho antes de llegar la primavera. La mortandad en tus palabras es una broma que no tiene gracia pero no pudimos parar de reírnos. No era adecuado ir desnudo en esa fiesta de carnavales. Yo perdí el último tren en la entretela de tu falda. Si nunca me quisiste por qué me amaste tanto. La cadavérica expresión de tu silencio era una metáfora tan poco afortunada que acabó siendo  cierta. Por fin las minifaldas han ganado la guerra a las bufandas.  Los calendarios también tiemblan cuando llega la hora. Dar saltos de tristeza se va a poner de moda. Hay muchas playas sin arena que realmente no son playas. Un día me acariciaste el brazo derecho. He trazado un mapa eterno fabricado de epidermis. Donde dije mortandad quise decir vida pero eso qué importa ahora. He dejado mi corazón tirado justo al pie de la letra y tú te lo has tomado como si fuera una cerveza. Cuando te fuiste de golpe sembraste todo de hecatombes pero esto hay que regarlo cuando más llueve. Un día me dijiste que te aburría mi nombre. Creo que me has dejado porque no quedan moteles.

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